El viernes celebramos nuestro carnaval Cottonero. Nuestros peques se convirtieron por unas horas en pitufos y nos trasladamos a su aldea para pasar una mañana de ensueño.
Lo primero de todo fueron las presentaciones pitufas y después de ponernos todo bellos, hicimos una visita a la aldea pitufa en donde en pantalla grande nos pusieron dos episodios de nuestros amigos para conocerlos un poco mejor. ¡Qué bien lo pasamos cantando su canción y comiendo aspitos! Bebimos zumo y comimos bollitos. ¡Qué rico!
Eso sí, una vez que nuestros culitos estaban rellenos había que bajar lo comido así que nos fuimos a ¡¡bailar!! Bailamos un montón y un montón de canciones pitufas: bailamos en pareja, en círculo, a la conga, saltando, corriendo, moviendo el culito, jugamos a las estatuas...¡Qué risa nos pasamos!
Acabamos todos agotados y para terminar nuestro encuentro por un día con los pitufos decidimos comer en reunión con Papá pitufo en persona.
¡Nos pusimos morados! Y claro, es que tanto bailar nos abrió el apetito. Y como era de esperar cuando terminó la fiesta y la comida estábamos rotos de cansancio y nos volvimos a meter en nuestra piel de cottoneros para dormir una larga y reparadora siesta.
Eso sí, antes de dormir dejamos bien claro a las profes que al levantarnos queríamos más fiesta. Las decíamos: "Después volvemos a la fiesta, ¿vale?" ¡Menuda energía tienen!
Al levantarnos nos volvimos a disfrazar de pitufos y volvimos a ser por un ratito más los pequeños azules. Cuando papá y mamá vinieron a buscarnos les dimos una sorpresa.
Esperamos que el año que viene lo pasemos igual de bien y nos transformemos en seres mágicos y maravillosos.
¡Qué viva el carnaval!
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