martes, 28 de enero de 2014

El cuento de las profes.


¿Os acordáis que ayer os propusimos hacer un cuento para los peques a raíz de ver una foto de los Beatles? Bueno, pues las profes ya han hecho el suyo y aquí os lo dejan para que lo disfrutéis.
¡ Esperamos que os guste!

                                                  PEDRO ENSEÑA A LOS MAYORES.

     "Y allí estaban esos cuatro hombres. A Pedro no le pareció bien que esos hombres cruzaran la calle como lo estaban haciendo. Es verdad que estaban cruzando por el paso de peatones pero, ¿cuántas veces le había dicho su mamá que nunca cruzase la carretera sin mirar? Millones. Ni cuando lo estuviera haciendo por el paso de peatones. Su mamá decía que había muchos coches que iban como locos y que no miraban si había alguien cruzando y que aunque Pedro llevara razón, al final terminaría malito en el hospital. Así que mamá le obligaba a mirar a izquierda y derecha siempre que cruzában, y eso que Pedro todavía no sabía muy bien cuál era su derecha y su izquierda.
Pero aquellos hombres simplemente se habían colocado en fila india y habían comenzado a caminar. Y lo que no comprendía Pedro era como todas aquellas personas que se habían parado a mirar no les decía nada, simplemente miraban. Algo no estaba bien.

  - Mamá – dijo Pedro tirando a su madre de la manga del abrigo - ¿Por qué esos hombres cruzan así de mal? Nadie les regaña.
  - Claro que no Pedro, no ves que hay un montón de cámaras a su alrededor.
     Esa respuesta no convenció a Pedro. ¿Y eso que tenía que ver? También él había cruzado en una ocasión corriendo ilusionado porque su padre le estaba haciendo fotos con sus nuevas botas de agua y eso no hizo que su madre se enfadara muchísimo y le castigara durante una semana entera sin sus botas nuevas. A veces Pedro no entendía a los mayores.
   -  No lo entiendo mamá. Si viene un coche les hará daño.
   -  A ellos no, cielo.
   -  Pero, ¿por qué?
   -  Ay Pedro hijo, calla de una vez que al final nos van a echar y no van a dejar que miremos.
     Ese era el colmo de todos los males. No sólo no hacía nada sino que encima le regañaban a él. Pues eso no iba a quedar así. Pedro soltó la mano de su madre y salió corriendo hacia los cuatro hombres antes de que pudiesen pararle. Fue a toda carrera, corrió tanto y tanto que se quedó sin aliento y el aire se negaba a entrar en sus pulmones pero aun así no paró. Saltó por encima de la gente y sorteó a los señores que vestían de policías y que intentaron atraparlo varias veces antes de caer al suelo al resbalar con las cintas que Pedro había roto. Y por fin vio que esos cuatro hombres le miraban muy atentos. Se acercó a ellos y vio que uno, el que llevaba las gafas redondas más extrañas que había visto en su vida, se agachaba y se ponía a su altura. 

   -   Hola – saludó Pedro educadamente – Me llamo Pedro.
   -  Hola Pedro, soy John. ¿Te sucede algo? Has corrido mucho para llegar hasta aquí.
   -  Quería avisarles de que si cruzan así la calle puede venir un coche loco y atropellarles. Mi mamá siempre me lo dice.
   -  Vaya, pues llevas razón. No te preocupes a partir de ahora siempre miraremos la calle antes de cruzar. ¿Sabes una cosa? Esos señores de ahí nos están haciendo fotos.
   -  ¿Por qué?
   -  Porque vamos a cantar para mucha gente y vamos a regalárselas. ¿Quieres salir en una?
   - Me encantaría, pero mi mamá viene hacia aquí y creo que está enfadada. No creo que me deje.
   -  Tal vez si se lo pido yo…
     John fue a hablar con la mamá de Pedro y aunque éste pensó que no serviría de nada no quería llevarle la contraria a un señor tan simpático. Cuando regresó vio cómo su madre se quedaba a un lado.
    -  ¡Vaya, es un mago! Ha conseguido que mamá no se enfade.
     John rio. 
    -  Sí, lo conseguí. Mi magia son las palabras. Y ahora ponte con nosotros a cruzar.
     Pedro hizo lo que John le hizo y cuando terminó le prometió que le mandaría la foto a su casa. Pedro volvió con su mamá y vio cómo antes de ponerse a cruzar de nuevo sus cuatro amigos nuevos miraban hacia derecha e izquierda después de guiñarle un ojo.
     Pedro volvió muy contento a casa y no sabía por qué extraña razón mamá no le castigó por lo que había hecho y cuando unos días después llegó por correo la foto de Pedro con sus nuevos amigos mamá sonrió muchísimo y la puso el mejor marco que encontró. 
     Pedro pensó que cuando fuera mayor comprendería las rarezas de los mayores. "

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